miércoles, 14 de febrero de 2024

El "trabajo"

 


Intentamos realizar este trabajo desarrollado tal y como lo entendía Mike Boxhall siendo resultado de 89 años de su extraordinaria vida. Como el mismo solía decir, los primeros 40 años se dedicó a crear el caos en sus diferentes formas y a continuación hizo un compost de todo ello del cual finalmente ha salido una flor muy bella — La Enseñanza, una fusión de una experiencia de vida encarnada, profundos conocimientos de la naturaleza humana, filosofía taoísta, exploración de los últimos avances de la ciencia moderna , psicología junguiana, tradición mística del linaje osteopático, extensa práctica clínica y medio siglo dedicado a trabajo con los grupos de exploración que incluían a osteópatas, médicos, abogados, bailarines, terapeutas de distintas ramas, psicólogos, profesores y todas aquellas personas que se sentían atraídas por un trabajo que no se enfocaba tanto en convertirlos en profesionales perfectos, sino más bien en personas más completas. Esta flor – Presencia en la Quietud – ha sido generosamente compartida con su entorno, sus amigos y alumnos en diferentes países y lugares, tomando forma de un viaje común hacia un nivel donde no existe la patología. La aproximación a este nivel nos invita expandir nuestras habilidades para escuchar a través del contacto corporal y con una apertura cada vez mayor la historia contenida en la fusión del cuerpo, mente y espíritu. Un nivel donde se encuentra el tesoro llamado Paz que no puede ser expresada con las palabras.

A menudo la gente que nunca le ha conocido a Mike dice que le siente muy cerca. Así es. Somos eternos mientras alguien nos ama, mientas alguien nos lleva en su corazón. Finalmente todo es cuestión de amor. Seguimos caminando todos juntos, aunque Mike se fue un poco más allá de lo que pueden ver nuestros ojos.

La magia de la vida se expresa a través del movimiento en cuyo corazón está la Quietud. No es necesario que hagamos algún esfuerzo para encontrarla. Más bien se trata de soltar nuestra búsqueda o esfuerzo de alcanzarla, para que se revele en este espacio no condicionado por nuestra expectativa. Es aquel lugar donde estamos libres y podemos «ver lo que sea sin convertirse en ello» y desde cual podemos entrar en una práctica compartida con el otro sin ningún tipo de demanda, a veces — por primera vez en nuestras vidas. Solo desde este lugar proactivo dinámico del presente aquietado algo nuevo puede ser creado. Este estado nos da una oportunidad de ver y soltar nuestra dependencia o lucha con los hábitos y así poder Ver con una frescura absoluta aquello que siempre estaba allí…

 

EL TRABAJO

El Trabajo es estar Presente en la Quietud, en este centro de nuestro verdadero yo, este espacio libre desde cual se despliega el milagro de la vida, este estado de ser donde uno simplemente es testigo de lo que está emergiendo sea cual sea la forma que esté tomando el proceso, sin juicios, sin expectativas, sin análisis.

 

El Trabajo es dejar que el «el Trabajo haga el trabajo», es confiar en la Inteligencia, rendir, al menos temporalmente, nuestras ganas y necesidad de arreglar al otro, de saber que está ocurriendo y de qué manera podríamos mejorar la situación.

 

El Trabajo es Escuchar tan plenamente como uno puede. Escuchar al otro y escuchar a uno mismo. Escuchar no desde el intelecto, no desde la dinámica masculina en la cual estamos estancados en casi todos aspectos de nuestras vidas. No escuchar para dar consejo, medicina, técnica o modelo terapéutico, sino desde corazón y sin ningún tipo de pretensión de cambio, esfuerzo de mejorar o curar algo. Escuchar y sostener incondicionalmente, sea cual sea el despliegue de la historia que se vierte ante nuestra presencia aquietada.

 

El Trabajo no es de acumular los conocimientos sino estar en la vanguardia dinámica de los avances de las ciencias más modernas que exploran las interacciones del cuerpo, mente y psique con el entorno, con el modo de vida que llevamos; las ciencias que están descubriendo un inmenso potencial del cambio y expansión expresiva contenidos en nuestras bases genéticas que nos permiten ser creadores de nuestra realidad en vez de ser víctimas de nuestro bagaje hereditario. La misma pasión nos mueve a todos, seamos un científico o no — es la pasión por La Verdad.

 

El Trabajo es tener el coraje para sentirse inseguro, frágil, porque solo desde el lugar de esta máxima vulnerabilidad podemos explorar lo que somos más allá de lo que creemos ser. Es un viaje hacia «la tierra incógnita» y no podemos hacerlo pretendiendo seguir en la tierra firme y bien conocida.

 

El Trabajo es ver, reconocer, ser consciente del lugar desde donde vivimos, hablamos, tocamos, relacionamos con nosotros mismos y con la otra persona.

 

El Trabajo es «ser normal, ser tú mismo», sin intentar de convertirse en otra persona más inteligente, iluminada, serena, humilde, mejor o lo que sea... Es trabajo es aún más difícil a veces — es aceptarnos tal y como somos, compasivamente, abiertamente, delicadamente, conscientemente. No se trata de ser perfecto sino de estar «despierto».

 

El Trabajo es La Practica Compartida. Es compartirnos con los demás, compartir el Viaje, El Camino, momentos de dudas, momentos de la iluminación, risas y lágrimas. Es compartir lo que somos y como somos en cada momento. Es mostrarse.

 

El Trabajo es honrar a nuestros Maestros. Viven en nosotros. Nuestra relación con ellos es tan eterna como la propia Creación. Han encendido el fuego en nuestros corazones que nos mantiene de pie en los momentos de tormenta y nos hace volar entre los soles del Universo.

 

El Trabajo es El Compromiso. Es el Camino que se apodera de uno de una manera irrevocable. Nos elige y aceptamos ser Sus Peregrinos.

 

El Trabajo no puede ser nombrado, entendido o explicado. No podemos hacerlo, pero podemos encarnarlo convirtiéndose en él. No es Hacer sino Ser.

 

El Trabajo es Todopoderoso, Bello y Simple y sin embargo…te necesita.

 

El Trabajo vive en tu corazón.

 

Tu eres Su Centro.

Vivimos en la época de la confluencia entre las tradiciones y sabiduría milenarias y los descubrimientos e investigaciones de la ciencia moderna. El corazón ya empieza a ser pieza esencial para ambas. El Intelecto está en el Cerebro, pero La Sabiduría está en el Corazón. Se complementan uno al otro y necesitamos a ambos, sin duda. Sin embargo, durante varios siglos toda la prioridad se ha dado al intelecto. El principio masculino estaba dominando y el femenino – suprimido. El análisis, el diagnostico, el tratamiento y el pronóstico — son principios masculinos realmente muy útiles en muchos niveles del trabajo. Pero tal vez podemos reconocer que, al avanzar durante décadas en una dirección, nos hizo perder de vista la otra parte. Hemos profundizado mucho en entender y hacer y hemos olvidado como escuchar. La esencia de la escucha no está en el intelecto sino en el corazón. Cuando perdemos la conexión con La Sabiduría y simplemente somos incompletos.

 

Las dos grandes necesidades del ser humano a nivel emocional son ser escuchado y ser sostenido. Son dos pilares fundamentales que permiten a nuestro cuerpo digerir eficazmente el flujo permanente de las experiencias de vida de todo tipo con las cuales nos encontramos. Esto también crea unas condiciones óptimas para el funcionamiento de nuestro sistema inmune – nuestro guardián. Cuando nos sentimos escuchados, recibidos, sostenidos de manera incondicional somos capaces de explorar las experiencias no-digeridas a nivel “más profundo “de lo habitual.  La mayor parte de la vida pasamos reaccionando a los traumas acumulados que a menudo han “entrado” en nuestro sistema en las etapas pre-cognitivas, pre-verbales, antes de que se han desarrollado nuestras capacidades de conceptualizar y razonar sobre lo que está sucediendo y permitir a nuestro sistema que lo “digiera”. Estas experiencias o traumas sensoriales simplemente “están allí, dentro” y nuestra percepción sobre nosotros mismos y sobre quienes somos tiende a basarse en gran medida en ellas. La transmutación de los traumas de cualquier tipo solo puede ocurrir en el presente. Y aunque las investigaciones científicas demuestran que casi 98% del tiempo no estamos presentes, afortunadamente nuestro cuerpo siempre está «aquí» – es este hilo de Ariadna que nos conecta con nuestra esencia y nos permite salir del laberinto de experiencias traumáticas. En vez de arreglar este hilo podemos explorar que ocurre si decidimos seguirlo sin pretender entender a donde nos lleva. Tal vez podemos permitir que todo el trabajo sea hecho por el cuerpo que no es otra cosa que la Inteligencia encarnada.

 

Si como terapeutas trabajamos con otras personas y entramos en contacto profundo con ellas y con sus cuerpos, nuestra primera responsabilidad es estar encarnados, presentes en nuestros propios. Es especialmente importante cuando se trata de un viaje tomado por dos personas o un grupo de ellas a un nivel donde no existe la patología. No se trata de una manera especial o técnica de hacer las cosas, sino de una manera de ser. Y esto podía ser extrapolado más allá de nuestra práctica clínica – a nuestra vida diaria, las relaciones interpersonales, la crianza de los hijos etc.

 

Este trabajo no es algo limitado a un grupo exclusivo de terapeutas, sea la que sea su práctica.  Lo fundamental es el lugar en uno mismo desde cual éste entra en contacto con otra persona. Por lo tanto, la modalidad terapéutica deja de ser un factor determinante, sino es simplemente aquel “marco de unas condiciones” en las cuales podemos explorar un nivel de relaciones más profundas. Es una exploración y transición desde nuestro conocimiento limitado hacia una revelación infinita. El potencial del trabajo biodinámico no está en lo que sabemos o hacemos, sino en lo que somos. Ser tú, plenamente tú, infinitamente tú, simplemente tú.

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