"Los patrones inerciales perpetúan las condiciones de una experiencia dada en nuestro biocampo y en nuestra fisiología. Prolongan esa experiencia como si continuara ocurriendo. En cierta medida, partes de nuestra fisiología y la organización de nuestra potencia siguen orientadas hacia la experiencia, y de este modo nuestras funciones corporales continúan en relación con las condiciones de la experiencia abrumadora. Llevamos la experiencia en nosotros de un modo que sigue afectándonos. En las áreas donde se produjeron impactos, la potencia se hace inercial. Llevamos las tensiones en los tejidos conjuntivos del cuerpo. Los fluidos están congestionados o desorientados. La fisiología local está alterada, tal vez sintamos dolor. Es posible que el sistema nervioso haya quedado facilitado, perpetuando así el proceso a su propio nivel. También es posible que la mente y las emociones hayan quedado afectadas, o que estos procesos operen subsconscientemente. El hecho de que la impronta de la experiencia queda grabada en las funciones corporales nos muestra que el patrón inercial continúa afectando la biodinámica del sistema viviente" (Roger Gilchrist, "La terapia craneosacral y el cuerpo energético". Editorial Gaia. Página 142).
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