CLASIFICACIÓN DE LAS EMOCIONES SEGÚN LESLIE GREENBERG
Entrada escrita por Nuria Pérez Galán, profesora de
Secundaria y coach Emocional por ISIE
Una de las mayores contribuciones de Greenberg a la Psicología ha sido su teoría de las emociones, en la cual clasifica los distintos tipos de emociones.
Él considera las seis
emociones básicas (miedo, enfado, tristeza, asco, sorpresa y alegría), pero las
clasifica en primarias, secundarias e instrumentales. A su vez, las emociones
primarias pueden ser adaptativas o desadaptativas. Cualquiera de las seis
emociones básicas puede actuar como primaria, secundaria o instrumental según
al caso. Lo cual quiere decir que es igualmente importante distinguir qué
emoción básica está operando, pero también cómo lo está haciendo.
Emociones primarias
Son emociones que
conectan directamente con nuestras necesidades. Las más arraigadas en nosotros
y que sentimos más en las tripas. Pero no siempre estas emociones nos informan
adecuadamente. Esas emociones primarias pueden ser adaptativas o desadaptativas.
Las adaptativas responden a una situación actual y nos empujan a actuar en
consecuencia para cubrir la necesidad que está debajo. Una vez que hemos
afrontado la situación o que ésta desaparece, la emoción se desvanece. Las
desadaptivas sin embargo, aunque se activan con una situación presente,
responden a algo pasado, huelen a viejo. Son emociones conocidas para nosotros,
viejos compañeros de viaje y se basan en un aprendizaje previo. Es importante
distinguir cuando una emoción primaria es adaptativa o desadaptiva, ya que en
el primer caso debemos utilizarla como guía de acción, pero en el segundo sería
necesario hacer un proceso para sustituirlas por emociones más saludables.
Tristeza primaria
Cuando es saludable
se produce como consecuencia de una pérdida o ante algo que termina. Se puede
experimentar en distintos grados. Desde la tristeza pasajera ante una renuncia
o la rendición en un conflicto, a la tristeza más profunda por la pérdida de un
ser querido o el fin de una relación. La señal para uno mismo y para los demás
de que algo es triste es el llanto. Llorar es sano ya que permite expresar los
que estás sintiendo por dentro y fomenta la intimidad.
Sin embargo, la
tristeza primaria no saludable se produce normalmente cuando una situación
presente evoca una profunda sensación de desamparo e impotencia vividas en una
situación del pasado. En la base de este tipo de tristeza puede estar una
pérdida sin resolver, una herida que quedó abierta en el pasado y que en
ocasiones puede estar rodeada de culpa.
Enfado primario
Está provocado por una ofensa hacia uno mismo o hacia los
seres queridos. El enfado ayuda a proteger tus límites. Pero no se debe
confundir el enfado con la agresividad. Sentirse enfadado no implica
comportarse con agresividad. Tampoco ha de confundirse la amabilidad con no
enfadarse nunca. Ser amable ayuda a aceptar el enfado como una emoción
inherente al ser humano. Eso sí, resulta imposible ser amable cuando hay
sentimientos de enfado no resueltos dentro de nosotros, pues éste termina
estallando de forma incontrolable en el momento más insospechado. Y para que
esto no ocurra, lo mejor es hablar de nuestro enfado con otras personas, con
una intención meramente informativa y sin agresividad. Sólo cuando nuestros
límites se ven sobrepasados o para evitar ser atacados está justificada la
exteriorización del enfado.
Un enfado es desadaptativo cuando ya no sirve para
protegerte del daño. Es muy destructivo con las relaciones, pues en el momento
parece que el enfado está justificado y pierdes de vista todas las cosas buenas
de la otra persona. Pasada la explosión puedes sentirte mal con respecto a este
enfado e incluso se pueden generar sentimientos de culpa.
Miedo y ansiedad primarios saludables
El miedo es una emoción muy desagradable orientada a la
supervivencia. El miedo nos insta a huir frente a una amenaza. Una vez que ha
pasado el peligro, el miedo desaparece. La ansiedad sin embargo, es una emoción
generada ante una amenaza invisible, pero percibida por nuestra mente. Normalmente
tiene que ver con la anticipación ante algo que va a pasar.
El miedo es desadaptativo cuando se desencadena ante una
situación que no es peligrosa realmente, pero que tiene que ver con algo que sí
lo fue en el pasado. La ansiedad no saludable tiene más que ver con un
sentimiento de ser ineficaz y de estar desprotegido.
Vergüenza primaria saludable
La vergüenza tiene que ver con nuestro valor como personas.
Sentimos vergüenza cuando se produce una violación implícita o explícita de
nuestras creencias y valores personales. Esto nos da una información muy
importante sobre lo que consideramos un comportamiento social aceptable.
Información que podemos elegir como guía para nuestra conducta. De forma que la
vergüenza puede ser adaptativa, ya que a la vez que protege nuestra intimidad,
también nos mantiene conectados con la comunidad.
Emociones secundarias
Son emociones que esconden nuestras verdaderas emociones y
que tienen que ver con la imagen que tenemos de nosotros mismos. Así, alguien
que cree que no está bien enfadarse estará triste cuando alguien le ha
ofendido. O alguien que cree que es de cobardes llorar, tapará la emoción de
tristeza con enfado. Estas emociones pueden ser peligrosas, ya que no conectan
con nuestras verdaderas necesidades y aunque pueden servir de vía de acceso
para llegar a las primarias, debemos reconocerlas para destapar lo que hay por
debajo de ellas. Y para eso hace falta tiempo y espacio.
La tristeza como emoción secundaria
Debajo de este tipo de tristeza suele haber un enfado. El
sentimiento surge al sentir que ese enfado no será escuchado, que no es válido
o que no tendrá ninguna influencia. Las personas que tienen estos sentimientos
reaccionan frente al enfado con una actitud de víctima y lo escoden bajo el
dolor y la tristeza.
También puede aparecer cuando empiezas a criticarte o a
pensar en término de “deberías”. Una parte de nosotros critica a otra que no ha
cumplido con las expectativas. Esta auto crítica no hace más que empeorar la
situación y hacernos más complicado saber exactamente por qué estamos
enfadados.
El enfado como emoción secundaria
La mayor parte de los enfados secundarios esconden una
emoción de tristeza o impotencia.
También se puede utilizar para bloquear el estrés y el dolor
que viene de otros sentimientos. Sentirse enfadado aparta de la conciencia
otros sentimientos como el miedo y el dolor, que para nosotros pueden ser más
desagradables.
De igual forma, el enfado borra de forma momentánea la culpa
y los sentimientos de no ser valiosos. En vez de sentirte culpable o poco
valioso puedes culpar o criticar a otra persona.
Este tipo de enfado suele estar relacionado con una baja
autoestima o para encubrirla. Puede estar también relacionado con amenazas a
una percepción de uno mismo de fragilidad y desamparo.
Otro tipo de enfado secundario muy común es el que se
produce cuando nos enfadamos con nosotros mismos por algo que hicimos mal o por
un sentimiento que percibimos como inadecuado. Esto desencadena sentimientos de
vergüenza, fracaso, culpa o depresión y te pueden hacer sentir enfado contigo
mismo por estar deprimido, sentirte necesitado o asustado.
El miedo y la ansiedad como como emociones secundarias
El miedo o la ansiedad secundarias surgen cuando piensas que
tus verdaderos sentimientos centrales pueden dañar tus relaciones, de forma que
tratas de evitar sentirlos. Por ejemplo, sientes miedo por decirle a un
compañero que crees que no está haciendo bien las cosas, cuando en realidad
estás enfadado con él, pero temes que si se lo dices la relación vaya a
deteriorarse.
Emociones
instrumentales
Son emociones que utilizamos para conseguir un fin de forma
más o menos consciente. Hay una intencionalidad en ellas. En realidad hemos
aprendido que expresando esas emociones los demás reaccionarán como nosotros
queremos que lo hagan. Cuando esta expresión es consciente puede tener que ver
con el rol social que queremos jugar en un ambiente determinado. Así expresamos
unas emociones u otras dependiendo de cómo queremos que los demás nos vean. Sin
embargo, cuando es inconsciente, puede suponer un problema, ya que nos impiden
expresar lo que realmente necesitamos y los demás pueden llegar a sentirse
manipulados.
Lo que Greenberg deja claro, es que sea del tipo que sea la
emoción, debajo de ella siempre hay necesidades. Presentes si son emociones
primarias adaptativas, pasadas si son primarias desadaptativas, ocultas bajo
las emociones secundarias o de conseguir algo si son instrumentales. Así que,
¿cómo podemos hacer para saber qué necesidades esconden nuestras emociones y
para transformarlas en caso de que no nos estén dando una información útil?
Para eso, Greenberg propone el Proceso Emocional Básico.
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